La controversia persiguió al menos a una de las versiones de la Venus de Cnido; se conoce como la Venus de Médici una versión al mármol de una escultura al bronce hecha a partir de la original de Plaxiteles; la “de Médici” de origen exacto desconocido era ya conocida cuando en 1638 fue expuesta en Villa Médici en Roma, gracias a las versiones reducidas al bronce hechas por el artista holandés William van Tetrode, (formado en el taller del renombrado Benvenuto Cellini) por encargo del conde de Pitiglaino para un regalo al rey Felipe II de España como parte de una colección de las más bellas esculturas “romanas” más famosas (se llamaba asi a las piezas griegas hechas bajo la dominación de romana). La Venus de Médici bien pudiera llamarse “Venus peregrina” por sus constantes traslados; inspiradora de versos de Lord Byron y el pincel de Lucca Giordano, fue llevada de Roma a Florencia en 1677, debido a la idea, según se dice, de estar provocando conductas impropias; pero antes de llegar a su ubicación actual en La Galería Uffizi (de los Oficios) hubo de pasar por Palermo y Paris, sin mencionar las innumerables copias entre ellas una muy aclamada en el Museo Metropolitano de New York.
De todos modos ni la fama de Plaxiteles ni la circunstancia de su mutilación, incluida la nariz incompleta, honor que comparte con la mismísima esfigie de la pirámide de Gizeh de Egipto, han logrado opacar la creciente fama de belleza de la Venus de Milo, envuelta a medias, con su sensual y firme vientre expuesto a las miradas, sus senos, erectos pero sin ánimo de competencia a los post-operados de cualquier protagonista de escenario de hoy, claro que estas otras no pasarán seguramente la prueba de los siglos así su maquillaje y arte de publicidad nos muestren rostros más perfectos que uno con una pequeña papada de mármol blanco, un ángulo nasal inexistente, flanqueado de una literalmente dura y fria mirada… Por fortuna la sensualidad de ese conjunto, su relevancia en general fue atinadamnete descubierta por Jules Sebastian Dumont, explorador y oficial de marina francés cuando su colega Olivier Voutler le mostró la recién descubierta pieza, al punto de hacerlo cabildear sus adquisición para su país con el embajador de Francia en La Porte (sede del gobierno del Imperio Otomano), Charles Francois de Riffardeau, Marqués de Riviere; los esfuerzos de Dumont (también conocido hoy por su presencia en Australia e islas del Pacífico) hubieran sido infructuosos si un representante del embajador no hubiera llegado a tiempo para impedir el embarque de la escultura en un navío rumbo a la capital otomana donde los saqueadores de la reliquia ya la habian negociado, en vista de la demora de los franceses, con Nicholas Mouroisu, traductor del sultán .
Observo varias veces las fotografías de esta obra, recuerdo la burda copia de yeso a todo tamaño que antecedía una de las escaleras laterales de la Academia de Artes San Alejandro en La Habana donde en los primeros cursos tuvimos de modelos esta y otras reproducciones de esculturas famosas (la cabeza del Lacoonte, el gladiador caido); de hecho el perfil de la Venus en relieve fue la prueba de ingreso al Nivel Medio de Artes de mi grupo después de un año de Nivel Elemental donde simultáneamente cursaba el último año de nivel secundario de enseñanza general y luego, claro, fue incluida en los estudios de historia del arte como un hito de la etapa clásica (asi la recuerdo aunque más adelante la he visto incluida en la etapa helenística, quizás aquella confusión entre Praxiteles y Alexandro de Antioquia justifiquien esta impresición)
Concluyo que la Venus sigue siendo bella, a lo cual puede contribuir todo ese anecdotario de sus viscisitudes para llegar al público de hoy y de mañana pero fundamentalmente por sus suaves curvas, el gesto confiado, la serenidad; si la despojamos de su halo ancestral puede todavía alcanzar al líbido tan atrofiado hoy por el bombardeo de las revista de modas y las escenas de amor en películas y novelas de la tele… imaginemos ese torso tan suave como lo sugiere su textura ausente de caricias desde hace tanto, imaginemos que por fin cae la tela de las caderas… Afrodita, tus hechizos me están alcanzando.
Observo varias veces las fotografías de esta obra, recuerdo la burda copia de yeso a todo tamaño que antecedía una de las escaleras laterales de la Academia de Artes San Alejandro en La Habana donde en los primeros cursos tuvimos de modelos esta y otras reproducciones de esculturas famosas (la cabeza del Lacoonte, el gladiador caido); de hecho el perfil de la Venus en relieve fue la prueba de ingreso al Nivel Medio de Artes de mi grupo después de un año de Nivel Elemental donde simultáneamente cursaba el último año de nivel secundario de enseñanza general y luego, claro, fue incluida en los estudios de historia del arte como un hito de la etapa clásica (asi la recuerdo aunque más adelante la he visto incluida en la etapa helenística, quizás aquella confusión entre Praxiteles y Alexandro de Antioquia justifiquien esta impresición)
Concluyo que la Venus sigue siendo bella, a lo cual puede contribuir todo ese anecdotario de sus viscisitudes para llegar al público de hoy y de mañana pero fundamentalmente por sus suaves curvas, el gesto confiado, la serenidad; si la despojamos de su halo ancestral puede todavía alcanzar al líbido tan atrofiado hoy por el bombardeo de las revista de modas y las escenas de amor en películas y novelas de la tele… imaginemos ese torso tan suave como lo sugiere su textura ausente de caricias desde hace tanto, imaginemos que por fin cae la tela de las caderas… Afrodita, tus hechizos me están alcanzando.
1 comentario:
Roberto, me has hecho recordar las esculturas helenísticas que hay en los soportales de San Alejandro.
Un abrazo
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